La fotografía, un sistema de información, se brinda, como recurso de almacenamiento. Cada espectador, frente a un registro fotográfico vuelve a redefinir la propia realidad como sitio desde donde resurge el aprendizaje. Mediado por el trayecto y las estaciones que el autor, al exponerse, ofrece, inicia esa actividad paradógicamente ubicua y radicalmente móvil.

Conmueve su subjetividad haciéndose partícipe de la experiencia social e histórica. Marcello Marcolini cuenta con una familiar, única e irrepetible, ganada a través de voces y pistas entrañables. Como el corredor de antiguos juegos, se hace cargo del bastón de eternas migraciones para develarlas y desvelarse. 
"Un día comprendí que, de todas las cosas, lo más importante para mi era cómo me definía a mí mismo en tanto extranjero", dice Edmond Jabís. Desde la clandestinidad que produce mirar desde la espalda del otro, encarnar los conflictos silenciados, recordar lo no dicho, fundarlo. La fotografía tendrá una misión específica: evidenciar los sitios de la encrucijada que inicia la vida individual de las sociedades.

El recurso fotográfico advierte sobre un recorrido en constelaciones, en donde se vislumbran las múltiples posibilidades del lector. Tierra y Agua; Puertas por donde nos alejamos y Ventanas desde cuya penumbra se observa lo pensado y actuado. Vida campesina y Vida urbana. Mirlos y Aguilas. Los Ausentes y Yo.
   

Cristina Alvarado 


 

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